Imagina que estás frente a una puerta que quieres abrir, contempla las dos columnas que están a los lados.
Una se llama Miedo, la otra se llama Deseo. La columna del Miedo tiene escrito:
“Vas a entrar en un mundo desconocido y peligroso, donde todo lo que aprendiste hasta ahora no servirá para nada”.
Ahora mira la columna del Deseo, allí está escrito:
“Vas a salir de un mundo conocido, donde están guardadas las cosas que siempre quisiste, y por las cuales luchaste tanto”.
¿Qué harás?…
…Sonríe, porque no existe nada que te asuste ni nada que te retenga. Tú sabes lo que quieres, abre la puerta.
Practica el siguiente ejercicio de crecimiento interior: Concede atención a las cosas que se realizan automáticamente, como respirar, guiñar los ojos o reparar en los objetos que te rodean.
Haz esto cuando te sientas confuso. Así te liberarás de tus tensiones y dejarás a tu intuición trabajar con más libertad, sin interferencia de tus miedos o deseos. Ciertos problemas que parecían insolubles terminarán siendo resueltos, ciertos dolores que juzgabas insuperables se disiparán sin esfuerzo.
Cuando tengas que afrontar una situación difícil, usa esta técnica.
La envidia no puede causar ningún daño, si no es aceptada. La envidia forma parte de la vida, y todos necesitan aprender a tratar con ella.
Sin embargo, rara vez comentes tus planes, a pesar de que los demás piensen que tienes miedo de la envidia.
Tú debes saber que cada vez que hablas de un sueño, usas un poco de la energía de ese sueño para expresarte. Y de tanto hablar, corres el riesgo de gastar toda la energía necesaria para actuar.
Aprende a conocer el poder de las palabras.
Aprende a conocer el valor de la persistencia y del coraje.
Muchas veces, durante tu vida, recibirás golpes que no esperabas. Y comprenderás que, mientras estés vivo, sufrirás algunas derrotas. Cuando esto suceda, llora tus penas y descansa para recuperar un poco las energías. Pero inmediatamente después vuelve a luchar por tus sueños.
Porque cuanto más tiempo permanezcas alejado, mayores serán las posibilidades de sentirte débil, miedoso, intimidado.
Cuando un jinete cae del caballo y no vuelve a montarlo al minuto siguiente, jamás tendrá el valor de hacerlo nuevamente.
Cuando tú deseas algo, el Universo entero conspira para que lo consigas.
Por esta razón cuida mucho tus pensamientos. Escondidos bajo una serie de buenas intenciones existen sentimientos que nadie osa confesarse a sí mismo: venganza, autodestrucción, culpa o miedo de la victoria, la alegría macabra ante la tragedia de otros.
El Universo no juzga: conspira a favor de lo que deseamos. Por eso, ten el valor de mirar hasta las sombras de tu alma y ver si no estás pidiendo nada nocivo para ti mismo.
Y ten siempre mucho cuidado de lo que piensas.
Que tu sí sea un sí y que tu no sea un no.
Celebra hoy tu victoria de ayer para tener más fuerzas en la batalla de mañana.
Un día, sin ningún aviso previo, descubrirás que luchas sin el mismo entusiasmo que antes.
Continúas haciendo todo lo que hacías, pero cada gesto parece haber perdido su sentido. En este momento, sólo tienes una elección: continuar haciendo lo que haces de la mejor manera. Haz tus oraciones por obligación, o por miedo, o por cualquier otro motivo, pero no interrumpas tu camino.
Pues el ángel de Aquel que te inspira está dando un paseo. Mantén la atención concentrado en tu lucha e insiste, aún cuando todo parezca inútil. Al poco tiempo el ángel regresará, y el simple susurro de sus alas te devolverá la alegría.
Comparte con los otros lo que sabes del camino.
Quien ayuda, siempre es ayudado. Enseña lo que aprendiste. Comparte tus conquistas con otros. Después de todo, sabes que si llegas al final de la jornada a un paraíso vacío, tu lucha no habrá valido la pena.
Dios usa la soledad para enseñar la convivencia.
Usa la rabia para mostrar el infinito valor de la paz.
Usa el tedio para resaltar la importancia de la aventura y del abandono.
Dios usa el silencio para enseñar sobre la responsabilidad de las palabras.
Usa el cansancio para que se pueda comprender el valor del despertar.
Usa la enfermedad para resaltar la bendición de la salud.
Dios usa el fuego para enseñar sobre el agua.
Usa la tierra para que se comprenda el valor del aire.
Usa la muerte para mostrar la importancia de la vida.
Aquellos que miran la miseria con indiferencia son los más miserables.
Olvida la idea de días y horas para prestar cada vez más atención al minuto.
Sólo así conseguirás resolver ciertos problemas antes de que aparezcan; prestando atención a las pequeñas cosas, conseguirás evitar grandes calamidades.
Pero pensar en las pequeñas cosas no significa pensar en pequeño. Una preocupación exagerada termina eliminando cualquier rastro de alegría de la vida.
Aprende que un gran sueño está compuesto por muchas cosas diferentes, así como la luz del sol es la suma de sus millones de rayos.
“Si el arrepentimiento matase…” No te arrepientas, porque el arrepentimiento mata. Humillate e intenta reparar el mal que causaste.
Dios juzga al árbol por sus frutos, y no por sus raíces.
La primera cualidad del camino espiritual es el coraje.
Cuando consigas superar graves problemas de relación, no te detengas en el recuerdo de los momentos difíciles, sino en la alegría de haber atravesado una prueba más en tu vida. Cuando acabes un largo tratamiento de salud, no pienses en el sufrimiento que fue necesario afrontar, sino en la bendición de Dios que permitió tu cura.
Conserva en tu memoria durante el resto de tus días las cosas buenas que surgieron de las dificultades. Ellas serán una prueba más de tu capacidad, y te infundirán confianza ante cualquier obstáculo.
Si eres capaz de ver lo bello, es porque traes la belleza dentro de ti, ya que el mundo es un espejo y devuelve a cada persona el reflejo de su propio rostro.
Existe una basura emocional: es producida en las fábricas del pensamiento. Son dolores que ya pasaron y ahora ya no tienen ninguna utilidad. Son preocupaciones que fueron importantes en el pasado, pero de nada sirven en el presente.
Todos poseemos nuestros recuerdos, pero debemos separar lo que es útil de lo innecesario; despréndete de tu basura emocional.
Algunos dirán: “Pero esto forma parte de mi historia. ¿Por qué debo abandonar sentimientos que han marcado mi existencia?”
Solo sonríe, no intentes sentir cosas que ya no sientes ahora. Tú estás cambiando, y quieres que tus sentimientos te acompañen.
¿Estás deprimido?:
Tú no eres lo que aparentas en los momentos de tristeza. Eres mucho más que eso.
Mientras que muchos partieron (por razones que nunca llegaremos a comprender), tú continúas aquí.
¿Por qué Dios se llevó a personas tan increíbles y te dejó a ti?
En este momento, millones de personas ya desistieron. No se quejan, no lloran, ya no hacen nada; se limitan a dejar pasar el tiempo, porque perdieron su capacidad de reacción.
Tú, en cambio, estás triste. Esto prueba que tu alma continúa viva.
En vez de culparte por haber tardado tanto tiempo en llegar, alégrate por saber que terminaste llegando.
Existen dos tipos de oración.
El primero es aquel en el que se pide que determinadas cosas sucedan, intentando decir a Dios lo que debe hacer. No se concede ni tiempo ni espacio para que el Creador actúe. Dios – que sabe muy bien lo que es mejor para cada uno – continuará actuando como le convenga. Y el que reza queda con la sensación de no haber sido escuchado.
El segundo tipo de rezo es aquel en que, incluso sin comprender los caminos del Altísimo, el hombre deja que se cumplan en su vida los designios del Creador. Pide que se le evite el sufrimiento, pide alegría para su vida, pero no olvida decir a cada momento “Hágase Tu voluntad”.
Aprende a rezar de esta segunda manera.
Las palabras más importantes en todas las lenguas son palabras pequeñas.
Sí. Amor. Dios.
Son palabras que salen con facilidad y llenan gigantescos espacios vacíos.
Sin embargo, existe una palabra – también muy pequeña – que mucha gente tiene dificultad en decir: NO.
Quien jamás dice “no” se juzga generoso, comprensivo, educado; porque el “no” tiene fama de maldito, egoísta, poco espiritual.
No caigas en esta trampa.
Hay momentos en los que, al decir “sí” a los demás, podrías estar diciendo “no” para ti mismo. Por eso, jamás digas un sí con los labios si tu corazón está diciendo no.
Dale al tonto mil inteligencias, y él no querrá sino la tuya.
Los fines no justifican los medios.
Porque no existen fines; existen solamente medios. La vida la llevas desde lo desconocido hacia lo desconocido. Cada minuto está revestido de este apasionante misterio: no sabes de dónde vienes ni hacia dónde vas.
Pero no estás aquí por casualidad. Alégrate con la sorpresa, encántate con los paisajes nuevos. Muchas veces sentirás miedo, pero esto es normal.
Si sólo piensas en la meta, no conseguirás prestar atención a las señales del camino; si te concentras solamente en una pregunta, perderás varias respuestas que están a tu lado.
Simplemente Entrégate.
Sé cuidadoso con tus acciones. Aprende que existe el “efecto cascada”.
Muchas veces alguien actúa mal con quien no tiene el valor para reaccionar. Entonces, por cobardía y resentimiento, esta persona descarga su rabia en otra más débil, que a su vez la descarga en otra, formando una verdadera cadena de infelicidad. Nadie sabe las consecuencias de sus propias crueldades.
Llegará un momento en el que recibas una orden de cambio, te despedirás de todos los amigos que formaste durante el transcurso de tu camino. A algunos les enseñaste cómo escuchar el susurro de los corazones, a otros les contaste historias profundas y personales.
Tu corazón se entristece, pero tú sabes que la vida es así.
Entonces agradeces a los compañeros de jornada, respiras hondo y sigues adelante, cargando con recuerdos de una jornada inolvidable.
No procures ser coherente; aprende a vivir con tus contradicciones.